Salvador García Aguilar, y Elías Meana, Paco López Mengual, Pablo de Aguilar González, Manuel Moyano, Rubén Castillo Gallego, Jerónimo Tristante, Marta Zafrilla, Lorena Moreno y yo misma,
afectados por el meteorito según el irrefutable diagnóstico de la doctora Zafrilla, hemos sobrevivido a numerosas catástrofes imaginarias: grietas en el infierno, peligrosas expediciones a la Antártida y amenazas de esclavitud. Nos sometemos voluntariamente a experimentos fantásticos, y somos testigos inocentes de crímenes misteriosos y pasionales con mensaje cifrado. Nos habitan también fobias múltiples, silencios y regocijos, y un amor irrenunciable por el mar y la aventura.
Nuestra naturaleza es en extremo mutante y fantasiosa, casi diría que enfermizamente letra herida. Qué duda cabe –¡seamos científicos!–, que efecto secundario de aquel acontecimiento estelar que nos hizo ser como somos.
Pero, a pesar de estos y otros muchos achaques que, auguramos, aún están por venir, somos también agradecidos, y nosotros, los primeros diez afectados por el meteorito, queremos dar las gracias a Molina de Segura y a sus gestores públicos: Eduardo Contreras Linares y Mariola Martínez Robles, por contribuir a que se recuerden nuestras historias en este hermoso Paseo de las letras que hoy se inaugura.
Queremos también desear que la radiación cósmica que nos hizo felizmente enfermos se expanda, que se haga endémica, y que el amor por la lectura y la ficción contagie la vida de nuestros conciudadanos y la del universo todo. Pues se trata, no se asusten, de una enfermedad harto benigna, que sólo procura bienestar a los pueblos que la padecen.
En nombre de todos, Gracias.
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